Esencia
Las estructuras del aire
mantienen el azul en los ojos y en los pulmones.
Poligonizan persiguiendo
libertad por sobre la tierra, incipientes, pluguiendo por ser
arrastradas por atracción distinta a la que las une en
circunferencial edificio.
Renquean, solapan,
penetran, acogen, siembran, cabalan, alzan, esculpen... proyectan un
plano tetradimensional.
Silvan diasporadas como
milanos, obedeciendo a ésta o aquélla gravedad.
Se acercan al árbol y
conforman sus raíces.
Acarician los ríos y
determinan su cauce.
Golpean la carne,
abriéndola a la poesía.
Lamen la arena y
secuestran al grano en su destino de duna.
En un arrebato
perfeccionista tallan formas en el cielo que el alma confunde y
materializa. Y roban al intelecto un reojo de cinismo y de ego.
Somos hipocentro.
Después, imbuídas por la
matemática, sucumben al número y a la inferencia de las cuentas. Y,
cual diosas transparentes,
se engañan en un suspiro de caos articulado.
Escindidas por el sonido,
se balbucean hasta confundirse con risas y llantos. Y, en el
nacimiento de su concreción, late potente la sílaba humana.
El verbo cobra existencia.
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