sábado, 4 de febrero de 2012

Scherzo

He comenzado a escribir a tempo. 
Pero de mis garabatos breves y tardíos no florecen notas en diapasón.
 En jugueteos de mis dedos con el lápiz quisieran colarse bordes que simulen arqueos de fraseo. Fraseos que dieran lugar a cadencias y volcaran sémolas de heridas expresadas con pausa. 

 Entre las uñas, escondido como queriendo pasar desapercibido en la piel, cacarea con difusa energía el tiznón de grafito. Y muele al dígito para dejar paso a la liebre retorcida del compás. 

 Ahora, son traspiés en la rugosidad del papel los que agasajan un nuevo movimiento en consonancia con el resto. Esquirlan y encandilan por igual al destello negro del estrago expresado. 

 Todo es movimiento y consonancia. 

 Todo es misiva y pérdida. 

 Todo se alza y todo cae. Y todo se confunde en el paisaje de montes blancos. 

 El boceto toma forma y añade un punto de amarre. 

Y con suspiro grato dispone las huestes en exiguo flujo. Aquí y allá surgen los tallos, como en bisbiseo de huerto. Y añade un toque de frescura entre tanta división racional. Mueren corchetes a manos amigas para formar parte de un bien común; y verdean los tresillos y los cuartetos. 

 Vuelan ahora letras, sílabas, palabras, sintagmas, proposiciones, párrafos... Todo es un Todo. 

 El pasaje aspira a quebranto y rasguña el papel queriendo abrir hendidura cual arado. Y descubre agudos como estrellas y graves como fisuras abisales.

 Camina ahora furibundo chiribiteando en la fragua de papel, comiéndose al empeño por mantener el canto adagio. Pero lejano a todo menos al consuelo de la expresión corteja directo al corazón e insinúa por fin el trémolo previo al punto álgido de tensión.

 Ahora, corre el pulso para deshacerse en nuevas lágrimas distensas. Ahora se azora clamando por un nuevo envite al crescendo. Pero sus armas están romas, su cabello lacio, sus mejillas enrojecidas y su travesura conclusa.

 Cadencia perfecta.

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76

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