Venox
En
esos días perdidos de invierno se le ve pasar montado en una estela
de estaño desafiando a la brisa y haciendo harapos la gruesa cortina
de lluvia, abriendo surcos en el agua embalsada en el asfalto como
una exhalación temorosa del enraizamiento.
Se
dibuja su contorno sosegado y oscuro bajo el cielo, y descubre su
cansado semblante bajo el alunizaje embahído del casco. Pareciera un
siniestro corcel de moderno trazo. Un girón de negra nube en medio
de un cielo gris plomizo.
En
el trasiego de la tarde – noche las hojas disponen su particular
alfombra de cobrizos y ocres para el paso fugaz; y acuñan, en su
blando rostro, la leyenda sugerida por la presta herradura. Quisieran
provocar la caída para arroparle en tibio manto.
Las
estrellas se alzan para saludarle ganando la batalla al día, que
habrá de revolverse horas más tarde para iluminar un nuevo paso
adelante en el raudo camino. Ya advierte el oficio del día, y sonríe
vanagloriándose del irónico cuento.
No
hay tiempo para añadir su grano de arena en la pequeña historia;
tan solo un eléctrico borrón de grafito que al menos invite a la
duda y dé cuenta de que no fue sueño olvidado al despertar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario